Toda elección es una disputa en la que afloran las diferencias y, en muchos casos, la política cobra tal efervescencia que luego se traslada a gran parte del electorado. Pero la realidad cotidiana, de inflación elevada y más pobreza, de falta de trabajo y exclusión, de inseguridad y de epidemias, de “apatía y escepticismo de la sociedad hacia los políticos” obliga a los candidatos a transitar un camino diferente, de encuentro, más que de desencuentros, pensando en el bien común, en los intereses generales más que en los particulares. Tal es la inquietud que los Obispos de Tucumán, junto con la Pastoral Social y con instituciones de la Mesa de Diálogo de Tucumán vienen planteando a los postulantes a la gobernación y vice de todas las coaliciones que competirán en los comicios del 14 de mayo. Ayer fue el binomio del Frente de Todos, Osvaldo Jaldo y Juan Manzur.
Como en las anteriores oportunidades, el arzobispo monseñor Carlos Sánchez ha señalado que “las herramientas para alcanzar acuerdos es el encuentro y el diálogo franco” que permitirán el diseño de planes y programas que mejoren la situación social y económica de Tucumán.
“En la provincia, nosotros no sólo que no fomentamos la grieta, sino que no la permitimos. Tenemos un trabajo conjunto con el sector privado para fomentar el empleo”, remarcó el actual presidente de la Legislatura, tras la cumbre realizada en la sede del Arzobispado.
A su turno, Monseñor Sánchez expresó que la propuesta “es seguir caminando juntos, dialogando y encontrándonos”. “Lo que el Papa Francisco nos pide: la cultura del encuentro. Aportar por el bien de todos. Levantar la mirada y ver a nuestros hermanos para poder juntos transformar y salir adelante para recrear la cultura del respeto, del trabajo y la dignidad para todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes”, detalló el arzobispo.
El ciclo de charlas concluyó con los postulantes del oficialismo. Sólo la izquierda no quiso participar. En ese sentido, Sánchez afirmó que respeta la postura de esa fuerza política y aclaró que se excusaron de ser parte del ciclo de charlas.
Las primeras conclusiones de todas las exposiciones apuntan a la dignificación familiar, con la generación de puestos de trabajos genuinos, que modifiquen el panorama socioeconómico de la población tucumana. En coincidencia con el Papa Francisco se manifestó “que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria. No se puede vivir de subsidios, porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo diversificadas, que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el ingenio”, dice un borrador de las conclusiones. A la Iglesia le inquieta la elevada pobreza urbana en el distrito, que afecta al 43,5% de su población, además del crecimiento de la informalidad laboral que ronda el 45%. Se planteó que la educación es la piedra basal para la mayor inclusión social y laboral. Se expresó una profunda preocupación sobre los flagelos y dramas que destruyen la vida. Sobre el narcotráfico se dijo: “hoy nadie duda que el narco negocio está ampliamente instalado en Argentina y en Tucumán también, matando y destruyendo familias a su paso”, se argumentó; sobre la inseguridad, “nos preocupa el crecimiento de la violencia en todo sentido, en las diversas realidades, sin distinguir barrios, edades, situaciones económicas, con pérdida de vidas y violencia que abarca a todos”. Y sobre la salud, se apuntó contra las demoras que se evidencian, en algunas zonas, para el acceso a la atención y también al cansancio que sufre el personal de la sanidad. Ser abogó para dejar de lado el favoritismo y los privilegios en la función pública.